El cuero y por lo tanto nuestra relación con la vida y la muerte ha estado siempre presente en la historia de la humanidad, desde el cazador primitivo que se debatía con su presa en una danza mortal hasta la domesticación y convivencia con nuestros compañeros animales. Hoy en día el sacrificio ha perdido su esencia sacra y no nos damos cuenta de todo lo que debemos tomar para poder pervivir. La comodidad de la vida moderna nos hace olvidar que somos parte de un todo, que el daño que causamos en la naturaleza lo sentiremos más pronto que tarde. En mi opinión esa enajenación auto impuesta, ese no sentirse parte de, es lo que realmente está deteriorando nuestra capacidad de convivencia.

Desde mi filosofía personal deseo aportar un grano de arena para devolver el agradecimiento y respeto hacia aquello que debe morir para que nosotros perduremos. Toda piel que llega a mis manos es un tesoro, nada se desperdicia y nada es tomado a la ligera, todas las piezas creadas en nuestro taller están pensadas para que sean parte importante en la vida de quien la posea y sean un reflejo de todo el agradecimiento que siento.